Raúl Anisa Arsís, Raule (Barcelona, 1971) es uno de los más prolíficos e influyentes guionistas europeos de la actualidad. De formación autodidacta, Raule en colaboración con diversos y excepcionales dibujantes ha elaborado exitosas sagas como Isabellae (Gabor)o Arthus Trivium (Landa), así como de álbumes unitarios de extrema calidad y belleza como La conjetura de Poincaré (Martín Sauri) o El arte de morir (Berthet). Sin embargo, es Jazz Maynard para Dargaud su trabajo más reconocido. Iniciado en 2004 junto a Roger Ibáñez, las aventuras del icónico músico de jazz del barrio del Raval han sido durante los últimos doce años una de las principales fuentes de inspiración de la bande dessinée del siglo XXI.
Hoy nuestro compañero nos hablará de su gestación y fin, de los secretos y vericuetos de su creación. Jazz Maynard ha muerto, ¡viva Jazz Maynard!
1: ¿Cómo nace Jazz Maynard?
Es un personaje que Roger y yo ya teníamos en la cabeza a finales del 2002. Hicimos diseños de los personajes principales (en un estilo entre realista, cartoon y manga) para llevarlos al festival BD de Angoulême. Allí gustó a todos los editores, pero querían ver páginas y no habíamos hecho ninguna. A los pocos meses se celebró el Salón del Cómic de Barcelona y Jean David Morvan (editor y prolífico guionista francés), enamorado del dibujo de Roger, concertó una entrevista con Dargaud Benelux. Los editores belgas nos preguntaron si queríamos hacer algo para ellos y enseguida nos vino a la cabeza recuperar ese personaje que tanto había gustado en Angoulême.
2: ¿Cuáles son sus influencias? ¿Consideras a Jazz un digno heredero del Torpedo del maestro Abulí?
Todo me influye, desde un libro a un titular de prensa o un prospecto médico, no le digo que no a nada. Pero supongo que quieres que sea más concreto, así que estas son algunas de mis referencias comiqueras: Frank Miller, Alan Moore, Felipe H. Cava, Fernando De Felipe, Jean-Michel Charlier, René Goscinny, Christophe Blain, Kazuo Koike, Tsutomu Nihei… Nunca acabaría con mi lista. Dejo a cineastas, animadores, escritores y poetas para otra entrevista, no quiero mataros de aburrimiento.
Ojalá Jazz Maynard fuese un heredero de Torpedo. Pero el Torpedo de Abulí y Bernet es el personaje “español” más conocido a nivel mundial; y Maynard solo es un personaje con cierto éxito en Europa y que ahora comienza a publicarse en los USA. No hay punto de comparación. El amigo Enrique Sánchez Abulí es otra de mis grandes influencias, mía y de todos los guionistas de mi generación, me atrevo a decir. Nunca tendremos a otro escritor (y excelente traductor) de su talla, de humor tan negro y socarrón, un auténtico mago de la palabra.
3: ¿Qué diferencia a Jazz de vuestras anteriores colaboraciones?
Roger y yo empezamos a colaborar haciendo alguna historia corta de estilo manga, de ahí pasamos al cómic erótico y luego nos pusimos con historietas cortas costumbristas. Cuando Dargaud nos pidió un proyecto no dudamos en que debíamos crear un personaje, porque eso es lo que triunfaba en el mercado franco belga. Decidimos cambiar el chip íntimo e introspectivo por uno más comercial de acción, violencia y aventura.
4: En Jazz brilla una coherente conjunción de diversos géneros como el negro o el de acción. ¿Crees que ese carácter ecléctico es el que mejor define vuestra obra?
Totalmente. Roger y yo decidimos meter en Jazz Maynard todos aquellos elementos que nos gustaban de nuestras pelis, cómics y libros preferidos. Sin miedo al que dirán, sin complejos. ¿Ninjas en el raval? ¿Porqué no? Y creo que ese desparpajo a la hora de construir nuestra historia con referencias tan dispares fue una de las claves del éxito de la serie. Los críticos que dicen que se nota mucho que nos gusta el cine de acción oriental a lo John Woo, el Tarantino de “Pulp Fiction” o el Guy Ritchie de “Snatch”, aciertan de pleno.
5: ¿Por qué la elección del Raval como transfondo de las historias? ¿Qué hace de él un lugar único? ¿Por qué el posterior cambio de escenario a Islandia?
La elección fue algo fortuita. Yo buscaba un ambiente canalla, portuario, foco de delincuencia y pensé en Marsella. Jazz Maynard iba a ser un personajes francés. Pero Roger estaba preocupado por el tema de la documentación y pensó que si desarrollábamos nuestra historia en el Raval podríamos hacer largas sesiones de fotos a sus calles y ganaríamos en veracidad. Así que nos decantamos por el Raval barcelonés sin saber que estábamos asentando la principal seña de identidad del personaje, fundamental para el éxito en el país vecino.
Lo de llevarnos a Maynard a Reikiavik lo hicimos para cambiar de aires. Roger ya estaba un poco harto de dibujar siempre las mismas calles del Raval y le propuse un clima completamente diferente a la calidez mediterránea. Dibujar nieve, paisajes rocosos y casas islandesas suponía todo un reto gráfico para Roger. Por mi parte, quería averiguar si el personaje aguantaba el tipo fuera de su base de operaciones habitual. Roger y yo quedamos muy contentos y satisfechos con el resultado, pero creo que los lectores no tanto. Resultara bien o mal el experimento, nuestro plan era volver a Barcelona en el siguiente tomo de la serie.
6: ¿Cuáles crees que son los rasgos que mejor definen a Jazz y lo hacen un personaje tan atractivo?
Eso deberían decirlo los lectores. Yo sé cuáles fueron nuestras intenciones a la hora de crearlo: la fisonomía de Adrien Brody (su nariz, su mirada), el carisma de Corto Maltés, la agilidad y chulería de Spike Spiegel y Lupin III, la melancolía de Chet Baker… Tú siempre tienes que apuntar alto, que luego saldrá lo que tenga que salir. A ese Frankenstein final lo llamamos Jazz Maynard, un tipo que no fuma ni dice palabrotas, pero que roba y mata mejor que nadie.
7: ¿Cuál es tu secreto para lograr que los personajes se expresen con unos diálogos tan naturales?
Los diálogos son la cruz de cualquier guionista. Es lo que más cuesta escribir. Da igual el tiempo que emplees en ellos, nunca estarás contento. No hay secretos a la hora de escribir diálogos, “simplemente” tener en cuenta dónde transcurre la historia, el origen de la persona que habla, su edad, saber si tiene alguna particularidad que le haga exprsarse diferente a los demás, la época en la cual transcurre la escena en cuestión… Todo lo demás es tu pericia con la prosa y cómo has asimilado tus lecturas.
8: En la obra pululan varios de los males de nuestra sociedad como la corrupción, la mafia o el clasismo. ¿Hasta que punto es lícito hablar de denuncia social?
No creo que exista denuncia social en nuestra serie. Y si la hay, es de forma muy superficial. Hemos tratado algunos temas duros, pero siempre al servicio de la trama, sin profundizar. Jazz Maynard es una serie de ación y aventura, con unos personajes que queríamos desarrollar hasta que los lectores los hicieran suyos. Intentar meter denuncia social en este contexto habría resultado frívolo por nuestra parte.
9: ¿Hasta que punto sientes que a lo largo de estos siete tomos has evolucionado como autor?
Han pasado 12 años desde la publicación del tomo 1, claro que siento mi evolución. La inseguridad por querer hacerlo muy bien en el mercado franco belga me hacía buscar un perfeccionismo que no existe. Álbum a álbum he confiado cada vez más en mi capacidad como guionista, en parte porque mientras tanto escribía otras series y colaboraba con nuevos dibujantes. Que mi editor me llamara para escribirle un álbum al maestro Philippe Berthet también fue un buen chute para mi autoestima.
10: ¿De qué secuencia te sientes más orgulloso?
No me siento más orgulloso de ninguna en concreto, todas tienen su dificultad. Incluso puede ser que la que más te ha costado escribir no sea precisamente la que más te guste. Sí que me encantaría señalar una del último álbum, la secuencia de Buffalo Bill. No porque me guste más que las otras, sino porque la tenía en la cabeza desde los comienzos de la serie. Nunca encontraba el momento para hablar de Buffalo Bill como un antepasado de Jazz Maynard y en este tomo 7, sabiendo que iba a ser el último, me dije: “Raulete, ahora o nunca”.
11: ¿Cómo es trabajar con Roger? ¿Qué ha aportado cada uno a Jazz?
Roger y yo nos conocemos desde hace más de veinticinco años. Somos amigos, como hermanos y en última instancia autores de cómic que colaboran juntos. En todo ese tiempo ha habido de todo desde el punto de vista creativo, momentos geniales y cabreos monumentales. Es imposible dar siempre el 100% y ser un profesional modélico en cada tomo. Pero como todo en la vida, al final echas la vista atrás y solo ves los tebeos publicados, las borracheras, los conciertos de música compartidos y las maravillosas familias que estamos levantando.
Al principio yo era consciente de que tenía la gran suerte de trabajar junto a un dibujante excepcional, pero ahora sé que he estado colaborando con un genio del dibujo, un talento sin igual. Trabajar con él es fácil y no paras nunca de aprender, de su narrativa, de su sentido estético, de cómo evitar el camino más fácil si quieres evolucionar. Pienso sinceramente que el personaje de Jazz Maynard es mitad mío y mitad suyo, que no existiría ni se entendería sin una de las dos partes. Eso es así porque siempre consensuábamos cada paso a dar respecto al futuro de la serie. Si acertábamos o la cagábamos, lo hacíamos juntos. Eso es fundamental tenerlo claro si quieres que una larga relación profesional se prolongue en el tiempo.
12: ¿Te ha sorprendido su repercusión internacional?
Roger y yo pasamos de publicar solo en España a meternos de cabeza en el grupo editorial de BD más importante de Europa. Cuando el primer tomo se publicó, Dargaud nos invitó a Bélgica para presentar el cómic en librerías, hacer una expo en un local de jazz, nos pusieron a una traductora que viajaba con nosotros, sesiones de fotos, de radio, de TV… Roger y yo flipábamos lo que no está escrito. Luego llegaron más viajes, otros países, muchos festivales, la publicación de tu obra en varios idiomas. Es innegable que en el mercado franco belga saben valorar tu trabajo.
13: ¿Os consideráis los abanderados de una nueva generación de autores españoles en el mercado francobelga?
En absoluto. Algunos veteranos autores ya triunfaron en ese mercado hace décadas (Julio Ribera, Antonio Parras, etc), luego llegaron Ana Miralles, Juanjo Guarnido, Juan Días Canales, José Luis Munuera… Ellos fueron los que nos allanaron el camino a quienes llegamos después, ayudándonos de forma muy activa y directa. Quiero decir que ya no se necesitan abanderados, que el terreno ya está abonado para cualquiera que tenga una buena historia que proponer.
14: ¿Por qué concluir la serie precisamente ahora?
Muy sencillo: Por la falta de ventas. Cuando aparcamos la serie tras el tomo 4 para embarcarnos en otros proyectos, estábamos matando a Jazz Maynard. Es ahora cuando somos conscientes de que fue un error detener la maquinaria que Dargaud había engrasado tan bien para nosotros. Cuando regresamos en el tomo 5 habíamos perdido lectores y apenas los recuperamos con el tomo 6. Estábamos en ese punto en el que autores y editorial ganábamos dinero, pero la serie y nuestras aspiraciones habían tocado techo. Por lo que Roger y yo decidimos despedirnos a lo grande con un último tomo y los editores estuvieron de acuerdo.
15: ¿Tenéis en mente algún nuevo proyecto juntos?
Ni nosotros ni el editor descartamos volver a Jazz Maynard algún día, pero van a pasar bastantes años hasta que eso suceda, si es que sucede. Roger y yo también hemos hablado de hacer un one-shot de género negro cuando encontremos un hueco entre proyecto y proyecto. Mientras tanto, cada uno estamos de lleno en proyectos junto a otros autores, Roger con una historia larga del gran Fabien Velhmann y yo con una serie para Delcourt que dibujará el amigo Bernardo Muñoz.
Muchas gracias por la entrevista, Javier y un abrazo muy fuerte a todos los fans de la serie que nos han apoyado tantos y tantos años.
Una entrevista de Javier Mora.