Siempre me causa emoción evocar el recuerdo de una mujer fuerte, una pionera, y este es el caso que hoy ocupa mi memoria. Armonía Rodríguez fue la primera mujer fuerte que conocí al iniciar mi vida profesional en un mundo tan colonizado por los hombres como ha sido el cómic nacional. Corría el año 1975 cuando la vi por primera vez en el estudio de la localidad de Premià de Mar que Carlos Giménez compartía con Luis García y Adolfo Usero. El motivo de mi visita fue asistir a la primera de las muchísimas reuniones que se organizaron alrededor de una pareja admirada y respetada por todos, Víctor Mora y su mujer, Armonía Rodríguez, que en aquel momento lideraban aquellas reuniones para crear una revista. El proyecto pretendía recuperar el cómic como lenguaje artístico y transgresor para despertar el compromiso de los autores con el cambio social, y se bautizó como Bandera Negra. Infinidad de reuniones, conflictos y discusiones más tarde, aquel grupo caótico y fantástico en su acracia, se fue reduciendo hasta llegar a los veintiséis miembros fundadores del Colectivo de la Historieta1, del que salió un nuevo proyecto, la revista Trocha-Troya (publicada bajo el sello de Antonio Martín como editor en 1977) en el que Nía y Víctor finalmente no entraron. Dos años de larguísimos debates y cruzadas discusiones ideológicas habían separado nuestras posiciones, pero a la vez, enriquecieron la experiencia y los discursos de todos dejando un gran poso emocional.
Recordar a Nía es para mí recordar mi iniciación en la conciencia ideológica y feminista, recordar un paradigma de la posibilidad de ser mujer y tener voz fuera del rol de género, malgré tout. La implicación militante de esta mujer se hizo evidente para mí cuando la política aún era algo exótico y peligroso en lo público, en pleno final del dictador, pero emergía espumosa y chispeante, como el cava, en aquellas reuniones de dibujantes, guionistas, periodistas y aprendices de “comiqueros” que se reunían alrededor de los maestros en el estudio de Premià, y en las que la testosterona era dominante. Me impresionaba, a mí y a todos, ver su impronta en las reuniones profesionales al animar el debate con la seguridad de sus intervenciones. Armonía sentaba opinión y dominaba el foco de atención en paralelo a Víctor; estrenando madurez a sus 46 años, poseía una mochila llena de experiencia y disponía de la solvencia necesaria para sustentarla ante la ingenuidad de un grupo diverso y subjetivo de revoltosos, sedientos de apertura y cambio. En un principio fue mi referente, éramos las únicas mujeres, más tarde aparecerían Montse Clavé y Mariel Soria en las reuniones previas al Colectivo de la Historieta, pero en aquel primer momento, Armonía era el espejo, la imagen fuerte donde poder reflejarme y aprender. No me parecía lo más importante compartir sus puntos de vista, sino el que me animase a disentir… que plantease el debate, no importaba ganar o perder la discusión, era mucho más interesante aprender de su forma de argumentar y, –como excelente guionista y directora teatral que era–, nutrirme de su dominio del escenario cuando, adelantando la barbilla y deslizando su media sonrisa bajo una irónica mirada, desarmaba al contrincante. Ella sabía de sobras cómo defender su espacio en esas reuniones masculinas en las que predominaba de forma apabullante el protagonismo chistoso de los hombres al dirigirse a las chicas… pero, con su risa burlona, Nía recuperaba rápidamente la autoridad. Así conseguía mantener el centro y el control de la palabra… de una forma siempre jovial.
No fue la única grande que, como guionista, tuvo que acogerse al género romántico, que era la antítesis del feminismo, las profesionales tenían ese sitio asignado en el cómic y ella lo ocupó bajo el nombre de Elsa Martín. Victoria Sau2 también lo hizo así; mientras estudiaba y hacia su tesis doctoral, la reputada feminista pionera también nutrió las colecciones de cómics y novelitas románticas bajo diversos seudónimos, entre ellos el de Vicky Lorca. A cambio, dejó su legado de revolución para la concienciación de las mujeres, Nía también.
Más allá del cómic femenino, se dedicó a la literatura infantil y juvenil, tradujo y adaptó a los clásicos en colecciones como Joyas literarias Juveniles (Bruguera)
Publicó diversas novelas (Mi Isadora Duncan, Gaya Ciencia, 1977/ De monja a militar, Gaya Ciencia, 1982) y dejó su imprenta feminista, tanto en los guiones de Trocha-Troya con Adolfo Usero, como en su trabajo de dimensión didáctica y social para explicar a los niños el funcionamiento de las Instituciones democráticas con Pilarín Bayés, o en la revisión de la obra de Víctor Mora repasando sus etapas y autorías en el 50 aniversario de la primera creación. El Gran Libro del Capitán Trueno (Ediciones B, 2006)
Su larga carrera en Bruguera como coordinadora de producción y adjunta a la dirección artística de Rafael González, había sido para ella una gran fuente de experiencia sobre las relaciones profesionales y las jerarquías masculinas, y sus largos años de convivencia con una personalidad tan destacada como la de Víctor tuvo a la fuerza que reforzar su resistencia para defender una voz propia, y el espacio necesario para su expresión. Vivió una época en que las mujeres raramente tenían una voz respetada en el espacio público y las esposas eran invisibles detrás de la imagen pública del marido, aún más si éste era un creador. Claro que ella también lo era, y por ello supo de la importancia de controlar el discurso… y se hizo guionista y escritora… y valoró la necesidad de ocupar bien el espacio, y se hizo escenógrafa y directora teatral.
Más allá de su relación pionera en el origen del teatro independiente catalán como miembro de las compañías La Pipironda y El Camaleó, su trabajo como artista o como ayudante de dirección, por ejemplo, en la mítica obra de Jordi Teixidor “El Retaule del Flautista” (Aliança del Poble Nou, 1970) la fue implicando en todos los sentidos con esta forma de expresión que fue la suma de las suyas como activista social: Guión, dramatización, dirección o actuación… Nía siguió siempre comprometida con esta disciplina escribiendo (Teatro Fantástico, 1989) haciendo pedagogía con el grupo de educadores Rosa Sensat (Dramatització, activitat lúdica a l’escola, 1986) o reforzándola con el feminismo al fundar el TEATRE DONA, en 1984 (junto a Isabel Clara Simó, María Josep Ragué y otras diez compañeras más) con el objetivo de dar voz a otras perspectivas y a las problemáticas invisibilizadas. Escribió a seis manos, junto con Simó y Ragué, “La llibertat per a Fedra” llamada finalmente “Crits de Gavines” (1987) y con la misma fórmula de escritura colectiva las seis manos crearon “I Nora obrí la porta…” (1990) imaginando la continuación de la protagonista de la “Casa de Muñecas” de Ibsen.
Nía conquistó su espacio personal y controló su discurso profesional como autora en un mundo absolutamente masculino en donde las mujeres siguieron siendo una excepción durante muchos años. En realidad, cuando más de veinte años después de que ella se iniciara en la profesión, llegamos las nuevas aprendizas al territorio adulto del cómic, seguíamos siendo una rara minoría sin espacio, con la voz enmudecida y aun por conquistar… Pero Nía siempre estuvo allí, lidiando con la invisibilidad bajo la sombra de Víctor y dando ejemplo. Sigrid3 no se quedó en Thule, sino que construyó su propio camino en las libres elecciones de su vida libre, sin miedo a la supervivencia en el trabajo comercial y el encargo profesional y guardando siempre fuerzas para su entrega vocacional a causas ideales, sociales o pedagógicas relacionadas con el teatro, el cómic y la escritura.
Hoy recibe un premio, lamentablemente póstumo, absolutamente merecido como guionista, pero también fue pionera en mostrar la polivalencia de las mujeres esta escritora, directora artística, directora teatral, pedagoga y actriz, resistente a la invisibilidad que nos impuso la historia en la cultura patriarcal. Recordando a Nía, hoy la celebramos.
Barcelona, 09 de abril de 2021
Marika Vila
1 José Cánovas, Montse Clavé, El Cubri (F.H. Cava, P. Arjona, S. Alonso), Pacho Fdez. Larrondo, Ignacio Fontes, Carlo Frabetti, Galileo, Luis García, Alfonso López, LPO, Marika, Mariel & Andreu Martín, Jaume Marzal, Ludolfo Paramio, El Perich, Juanjo Sarto, Pepe Robles, Antoni Segarra, Adolfo Usero, Enrique Ventura & Miguel Ángel Nieto.
2 Victoria Sau (1930-2013) escritora, psicóloga y activista política, fue una de las figuras más relevantes en el feminismo español y catalán de la segunda ola: Manifiesto para la liberación de la mujer (1974/1975, Ed. Bruguera) Diccionario ideológico feminista (1981/2000, Icaria)
3 Sigrid reina de Thule, era la eterna novia del Capitán Trueno, a la que Víctor Mora mantenía en Thule (fuera de la historia) la mayor parte del tiempo.