V Girl, de Felipe Hernández Cava y Pep Brocal. Llamada y respuesta.

A lo largo de su prolongada y exitosa carrera como guionista, Felipe Hernández Cava ha cultivado obras de diversos géneros, pero, quizás en el que más haya brillando es en el noir, aunque en la gran mayoría de las ocasiones esa trama de crímenes simplemente es la excusa para abordar otros temas de calado social actual o experimentaciones formales con el medio que son lo que realmente le interesa reflejar. V Girl se podría englobar perfectamente dentro de la primera premisa, ya que se trata de un thriller que le permite mostrarnos la realidad social del Sur de los Estados Unidos en el final de los años cuarenta, y que afrontaba problemas similares a los que tenía la sociedad en el momento de su publicación en España. También encontramos un palpable interés en mostrar las intricadas relaciones entre los resortes que mueven los poderes facticos y políticos en cualquier sociedad.

La génesis de la obraestá íntimamente relacionada con la de El artefacto perverso, una de las grandes obras de Hernández Cava, ya que ambas fueron concebidas para aparecer en las páginas de la revista Top Cómics de Ediciones B en la que ejercía como editor Laureano Domínguez. Tras aceptar la propuesta de la serie que dibujaría Federico del Barrio, el editor le propuso al guionista realizar una serie dándole total libertad argumental, pero colaborando con alguno de los jóvenes dibujantes de la época. De entre los autores propuestos, el guionista eligió a Pep Brocal (Terrassa, 1967), un autor que ya había publicado series tan interesantes como John Pájaro, ¡Hola terrícola! o Mr. Brain y que con el paso del tiempo alumbraría obras tan brillantes como Alter o Walter, Cosmonauta o Inframundo. Aunque era un proyecto inicialmente concebido en blanco y negro, tras ver las primeras páginas el editor decidió que la obra se publicase a todo color. Así en el décimo número de la revista aparecieron las ocho páginas que formaban el primer capítulo. Sin embargo, ese fue el último número de la revista, que cerró tras su publicación. Esto provocó que el resto de la historia permaneciera inédito, hasta que en 2001 Edicions de Ponent publicó la obra en un volumen para el cual Brocal dibujó la historia íntegramente, redibujando parte de lo ya publicado para dotar de homogeneidad a la obra. Esa nueva edición posibilitó que la obra fuera nominada al mejor guion en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona de 2001 confirmándola como una de las propuestas más interesantes de ese año.

Para la realización de la obra Hernández Cava le propuso a Brocal que la serie tuviera una estructura fija de página de dos tiras cada una formada por tres viñetas, de manera que son muy verticales y dotan a todo el dibujo de una enorme estilización que casa perfectamente con el ritmo de jazz que vemos en toda la obra y con el trazo limpio y elegante, potenciando el magnífico uso de las masas de negros que emplea el dibujante.

La obra está compuesta por ocho capítulos, cada uno de ellos protagonizado por un personaje distinto, de manera que se convierten en monólogos que revelan la miseria y el odio que gobiernan sus propias vidas, con una trama que los va entrecruzando con gran maestría y precisión que provoca que todo confluya en el último capítulo que desvela los secretos detrás de la misteriosa y trágica desaparición de Janice, una joven relacionada íntimamente con todos los personajes, que durante los años de la Segunda Guerra Mundial ejerció como prostituta cerca de los cuarteles militares, algo tan habitual en la época que hizo que se las conociera popularmente como V Girls.

Ese elenco de personajes protagonistas permite que la obra haga un precioso y certero recorrido por todas las clases sociales que habitan en la ciudad, de forma que se refleja la gran mayoría de problemas que había en la época como el brutal racismo, las desigualdades económicas y sociales, el machismo, el conservadurismo más retrogrado o la corrupción política y policial. Una autentica olla a presión que han caldeando tanto el ambiente de las calles que hace que todos sus ciudadanos ansíen que algo desate una tormenta que arrase con todo y todos para olvidar sus miserias particulares y las compartidas.

Diego García Rouco