«OR-GRUND»

En la historia de la narrativa gráfica, solo unos pocos han logrado hacer bailar a las palabras. De una forma sutil, natural, no forzada. Uno de ellos es Robin Wood.

Or-Grund nos presenta un mundo salvaje, gobernado por el frío y las costumbres milenarias. En la tradición, que no es otra cosa que la repetición sistemática de ciertos rituales, se halla el gran guerrero en debate. En su mente posee un adversario temerario: la duda.

Entonces Wood, cuya literatura está vertida en cada viñeta, de la mano del arte del gran Ricardo Villagrán, provee un capítulo inicial donde el héroe clásico, fornido y dotado de la fuerza, se ve arrastrado por la duda en busca de una respuesta que calme su angustia. En ese trayecto vence al temerario Baram, el monstruo abominable, y llega a su primer destino: la cueva donde yace el sabio, Volkan.

El héroe comprende que no solo el vigor físico es la característica necesaria para llevar adelante una aventura, sino también la inteligencia. Y el misterio, que es lo que atisba Or-Grund: más allá del hielo, hay otra vida. Una que ofrece nuevos horizontes. Nuevas posibilidades.

Entonces regresa a la aldea, combate contra algunos contrincantes locales y, tal como dictamina el relato clásico, debería reestablecerse la normalidad. El héroe asumiría el liderazgo final de la tribu, accediendo a los beneficios de tal. Pero no. Decide marcharse. Dejar todo atrás.

En palabras textuales de Wood: «De esa manera, Or-Grund, el bárbaro, comenzó su viaje hacia los países desconocidos. Comenzó allá en el norte que, como todos saben, sólo alberga bárbaros, lobos y demonios. Y Or-Grund era un poco de cada uno«.

A partir de ese momento, enfrentará a un sinnúmero de enemigos, muchos de ellos exóticos, tanto para su visión como para la nuestra, lo cual nos mantendrá enganchados a una historieta inquietante. Bestias físicas y metafísicas intentarán detener al imbatible Or-Grund y su espada de hierro.

Publicada originalmente en la revista D’artagnan Súper Álbum nº 1, de abril de 1977, Or-Grund alterna la aventura visceral, con la fantasía heroica más intensa, dejándonos, en muchas ocasiones, sin respiro. Wood y Villagrán, como demiurgos de un cosmos barbárico, nos conducen por escenarios fantásticos y, a la vez, próximos a nuestra cotidianeidad, porque el protagonista no es un muñeco inexpresivo, gris, sino un personaje rico en conflictos.

Diego Arandojo