«Cómo salvar la industria del cómic sin tener ni puta idea» de Javier Marquina

Javier Marquina (Huesca, 1975) ha vendido su alma al diablo de la viñeta. Lector voraz, divulgador incansable (reseñas en Diario del Alto Aragón, programas de radio como Ondas Gamma o Solo hablamos de historieta, amén de colaborar en diversas webs como DuckOut, La isla de las cabezas cortadas o Zona Zhero) y creador del sello editorial Ediciones INUIT. Marquina es una voz singular dentro de la historieta española del siglo XXI. Su estilo culto, irreverente y descarnado nos regala historias cargadas de intensidad y emoción. Aquí nunca pasa nada, con Javier Ortiz y Guillermo Montañés; Abraxas junto a Ertito Montana; Abraxas en cuarentena con varios autores; Empel y Progenie con Jaime Infante; Playa Honda con Rafael Pérez Granados; 1938: la bolsa de Bielsa y Alien Albion con Xavi J. y Héctor Marper; Whope y los señores de la plaga con Jaime Arántegui; Balas de punta hueca y Apocalipsis Yokai con V.; La tercera ley de Newton con Víctor Solana; Ilsa con Margín Marqués, son muestras de ello.

En 2020 autoedita en INUIT el fanzine Cómo hacer un tebeo sin tener ni puta idea con Rosa Codina. Esta sincera reflexión sobre la complejidad del proceso creativo del cómic alcanza un éxito inesperado y les ha llevado a desarrollar una segunda parte Cómo salvar la industria del cómic sin puta idea de reciente publicación. Marquina responde a nuestras preguntas y promete contar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. ¡Comprobémoslo!

Cómo salvar la industria del cómic sin tener ni puta idea

1: ¿Cuándo y cómo nace la idea de continuar “Cómo hacer un cómic sin tener ni puta idea”?

De alguna manera, nace del puro aburrimiento, del vacío existencial de alguien que desayuna un café a las 6 de la mañana en pleno confinamiento pandémico. Es, literalmente, una de esas ideas felices que te vienen a la cabeza y que te hace preguntarte: ¿de verdad nadie ha hecho esto antes nunca?

2: ¿Por qué salvar a toda la industria ahora? ¿Existe realmente una industria del cómic en España?

Más que salvarla, sería crearla. Hablando siempre del cómic español hecho en España y para los españoles. Muy español y mucho español. Así que la respuesta a la segunda pregunta viene de la primera frase. Hay mucho por hacer. No existe una industria como tal. Existe un simulacro industrial en el que hay algunas empresas que funcionan muy bien y en el que muchos autores nacionales viven muy mal. Es decir, creo que sí existe una industria del tebeo, pero no tiene una dimensión que nos permita vivir como autores de ella. No sin emigrar, al menos. Por eso debemos salvarla. Y, si no se puede, pues… tengo gasolina y cerillas por si se apuntan más voluntarios.

3: ¿Ha sido vertiginoso el salto del fanzine autoeditado a colaborar con una editorial como ECC Ediciones?

Vertiginoso. Cósmico. Estelar. Gigantesco. Increíble. Todos los adjetivos que le quieras poner. El salto ha sido cuántico, sobre todo para mí, que nunca he trabajado para mercados extranjeros y siempre me había movido en microeditoriales cuyas condiciones son… pues eso, “micro”. Con ECC el cambio ha sido mejor en todos los aspectos, condiciones, distribución, promoción… A pesar de ser una de las grandes editoras de cómic de nuestro país, desde el primer momento nos han hecho sentir como en casa tanto a Rosa como mí. No puedo estar más contento.

4: ¿Temíais que pudiera resultar vuestro mensaje incongruente lanzado desde la plataforma de una de las grandes editoriales actuales de cómic en España?

Creo que hay gente que piensa que nos hemos vendido y que el mensaje se está distorsionando, pero son los que nos se han leído el tebeo. Lo digo porque en el propio cómic hablamos de esto que preguntas, y de que hay que ser muy tonto para rechazar una oferta de estas características. Además, en ningún momento desde la editorial se han metido en el núcleo del cómic, en el mensaje que queríamos lanzar, y hemos tenido una libertad absoluta a la hora de desarrollar el concepto y contar justo lo que queríamos contar. Si quieres que te diga la verdad me están llegando algunas críticas de gente que se deja en evidencia, porque son críticas que no harían si se leyeran “Cómo salvar la industria del cómic sin tener ni puta idea», ya que son dudas y temores que nosotros mismos exponemos y a los que tratamos de dar respuesta.

5: ¿Por qué dedicarse a esto de los cómics? ¿El cómic tiene futuro?

Porque es maravilloso hacerlos. Porque amamos el cómic. Porque es un medio de expresión y de transmisión de ideas increíble. Porque somos gilipollas. Elige la respuesta que más te guste.

Y sí, el cómic tiene futuro. Dinero no lo sé. Sueldos dignos para los que los crean, pues por ahora está jodida la cosa. ¿Futuro? Por supuesto. No sé en que formato y de qué manera, pero nunca se va a dejar de hacer tebeos. Mientras la pasión sea la gasolina, siempre habrá imbéciles como nosotros dispuestos a hacer mucho por nada.

Cómo salvar la industria del cómic sin tener ni puta idea

6: ¿Cómo nacen las reflexiones de este ensayo? ¿Las elaboráis en conjunto?

Solemos decir que el cómic está “basado en hechos reales”. Lo que contamos nace de nuestra propia experiencia con el sector, con la mal llamada industria. Es una sensación extraña porque tienes que enfrentar una sensación de privilegio, de afortunado, de señor que ha llegado a la meta al publicar con una precariedad cercana a la esclavitud. La mayoría de las reflexiones son de mi cosecha, y es Rosa la que les da forma y las ilustra para que tengan toda la fuerza y todo el humor que destilan las viñetas. De alguna forma yo sería el cerebro (escaso) y Rosa el músculo nivel Hulk.

7: ¿Estamos ante un manifiesto en defensa del autor o del medio en general? ¿Por qué históricamente somos el eslabón débil de la cadena?

Defender al autor es defender el medio, porque sin autores no hay medio. Así que estaríamos en un dos por uno, o en un corolario, si lo prefieres. Una cosa nos lleva a la otra de manera inevitable. También te digo que no es solo un ataque a una parte del proceso o de la cadena. Al final, si tenemos que salir de esto, si tenemos que crear un ecosistema en el que todos podamos sobrevivir, todos tenemos que arrimar el hombro y, probablemente, dejarnos algún pelo en la gatera.

En cuanto a lo del eslabón más débil… creo que Maslow y su jodida pirámide nos ha hecho mucho daño. Al estar en la cúspide, ahí donde el ser humano ya ha cubierto sus necesidades básicas y puede dedicarse a la realización personal y artística, hemos asumido que esta misma realización ya es un pago exagerado, y que lo de cobrar dinero real para pagar facturas reales, pues… ya tal. Es el “hazme un dibujico gratis, que a ti no te cuesta nada y te lo pasas bien haciéndolo” elevado a la enésima potencia.

Cómo salvar la industria del cómic sin tener ni puta idea

8: ¿Desde cuándo comienza la sempiterna crisis del tebeo en España? ¿Para comenzar a combatirla es necesario primero un baño de lucidez como el que aporta esta obra?

Diría que el derrumbe definitivo se hace carne en los noventa. Lo que antes parecía posible comienza a ser utópico. Los grandes autores dejan el tebeo y se dedican a otras cosas porque no pueden vivir de ello y, de esta forma, dejan tras de sí un erial del que todavía no nos hemos recuperado. Yo tengo mis propias teorías, pero necesitaría un libro para exponerlas todas. Después de ese colapso, creo que viene una época en la que para los autores españoles publicar es poco más que una quimera, y por eso, cuando alguien les ofrece la oportunidad de que su nombre salga en una portada, comenzamos esta dinámica de publicar a cualquier precio. Cualquier precio menos el nuestro, claro, que salimos casi gratis.

Creo que este cómic es un primer paso, pero no hay nada en él que no hayamos comentado mil veces entre nosotros. Esto solo ponerlo negro sobre blanco y lanzarlo a las tiendas para que todo el mundo lo lea. Tampoco se trata de un decálogo. Solo unas cuantas páginas en las que yo cuento lo que pienso y que tratan de abrir y generar un debate.

9: ¿La principal clave para regenerar el cómic en España es conseguir nuevos lectores? ¿Cómo puede ser posible?

Nuevos lectores, sí. Pero nuevos lectores de lo que nosotros hacemos. Lectores hay, pero enfocan su esfuerzo económico en publicaciones que no nos generan rentabilidad a los autores españoles. Es decir, que no nos lee ni el tato salvo contadas (contadísimas) excepciones. Necesitamos que los lectores que ya hay nos descubran, y que los que vienen nos quieran leer. Nuevos lectores son nuevos compradores y esto, no nos engañemos, si queremos que sea de verdad una industria, un negocio, va de vender cómics.

¿Cómo hacerlo? Si lo descubres me lo cuentas, abrimos una consultora y nos forramos. No voy a hablar de obviedades como educación, escuela, administración y apoyo político. Son cosas tan evidentes y, a la vez, tan necesarias, que casi da vergüenza tener que repetirlas en cada entrevista que te hacen.

Cómo salvar la industria del cómic sin tener ni puta idea

10: En cuanto a la forma de vuestro mensaje, ¿cómo alcanzar ese difícil equilibrio entre didáctica y ritmo narrativo?

Pues no sabría decirte, la verdad. Al ser autodidacta, muchas de las cosas que hago vienen de la lectura de miles de cómics, de toda una vida de vivir rodeado de ellos. Te aseguro que ha sido de forma natural, sin premeditar ni planificar. Es algo que tenía muy claro en al cabeza y que sabía que iba a funcionar, muy inspirado por los libros de Scott McCloud que, al final, vienen a representar esa influencia de lo que lees en lo que haces. Luego ya ha sido cosa de Rosa, que es una genia y ha resuelto cada página con una maestría increíble.

11: ¿Consideráis que esta obra puede ser un punto de inflexión que llame a una profunda reflexión por parte de todos los activos de esta industria?

Ojalá. Me gustaría, la verdad. Pero no depende de mí. Para que se hable del cómic hay que hablar del cómic. Y eso no me corresponde a mí, sino a todos los que divulgan, a los lectores, a los recomendadores, a los libreros. Para cambiar las cosas hay que querer cambiarlas, y ponerse a ello. La intención por muy bonita que sea, por desgracia, no sirve de nada sin acciones.

12: ¿El asociacionismo puede ser la mejor vía para combatir este desolador panorama? ¿Nos falta contundencia a la hora de exigir nuestros derechos laborales?

Como miembro de muchas (demasiadas) asociaciones, te diría que sí. Pero hay una parte retorcida en el propio ser humano que hace que las asociaciones sean una utopía maravillosa contaminada por una realidad algo mezquina. Ese amor a lo colectivo choca de frente con lo reptiliano, con ese “salvar el propio culo” que, al final, nos vuelve profundamente egoístas. Es una lástima, porque si tenemos que salir de esta, tenemos que salir entre todos, y eso pasa por unirnos y luchar juntos. Es evidente que nos falta contundencia al reclamar, pero la triste realidad es que el mundo del cómic español en España es, de forma general, como el vídeo de las dos ratas peleando por un churro. O lo que es peor, cien mil ratas peleando por ese escuálido, mísero, húmedo, estadizo y mohoso churro. Podemos exigir mejoras, pero va a ser muy difícil conseguirlas y plasmarlas en resultados que nos permitan vivir mejor si la gallina de los huevos de oro es un pollo muerto y seco del que apenas sale nada. O esto crece en márgenes y ventas a la vez, o lo tenemos muy muy jodido.

Cómo salvar la industria del cómic sin tener ni puta idea

13: La elaboración de este cómic, ¿ha sido una liberación catártica para ambos?

Al venir del fanzine ya veníamos aprendidos de casa. Ya conocíamos la sensación, la euforia. Más que hablar de catarsis, en mi caso hablaría de droga, de adicción. El fanzine abrió una puerta que no quiero cerrar y me dio una dosis de dopamina que he vuelto a chutarme con este tebeo tan chulo, con su tapa dura, con su olor maravilloso…

14: ¿Queda espacio para el optimismo? ¿Realmente creéis que es posible ese ecosistema utópico que planteáis al final?

Siempre queda espacio para la ilusión. En realidad, es lo único que nos queda. Esperanza. Lo que quedó al final de la caja de Pandora. Me siento un poco viejo para ver ese mundo propuesto plasmado en algo real, pero de verdad creo que, si nos los proponemos, si remamos todos en la misma dirección, podemos conseguirlo. Al final, a pesar de todo ese vinagre que siempre suelo destilar, soy un tío profundamente utópico que se enfada mucho al ver que hay muchos que no comparte mi sentido de la utopía. Poder se puede. Pero hay que querer, porque sin amor, amigos, no hay nada.

Una entrevista de Javier Mora