Damián publica «The Killmasters»

Damián Belfry (Bellvitge, 1976), es ya una de las voces más personales y consolidadas dentro del panorama de nuestra historieta. Formado en mil y una antologías (Barcelona TM, Revolution Complex, Valentia, BCN Noir, Refugiados), revistas (Cthulhu) y fanzines (Saxífono), sus obras “largas” destilan lo mejor de su creación: una compleja alquimia que aúna solidez y rigor. Lágrimas en la Lluvia (adaptación de la obra de Rosa Montero, dibujada por Alessandro Valdrighi), Blechkoller (junto a Javier Hernández), Khalid (con Jordi Pastor), Les Enfants de la Colère (junto a Nico Naranjo), muestran obras cargadas de intensidad emocional capaces de removernos la conciencia. Sus incursiones en el cómic infantil/ juvenil con GENPET (junto a Àlex Fuentes), revelan ideas profundas bajo una capa de aparente sencillez. Ahora, con motivo de la reciente publicación por parte de Norma Editorial de su nueva obra The Killmasters (de nuevo en colaboración con Javier Hernández), reflexionamos sobre las motivaciones e intereses que mueven y conforman un universo narrativo rebosante de autenticidad. ¡Rock and Roll!

The Killmasters

1: ¿Cuándo nace tu pasión por el cómic? ¿Tienes desde el principio claro que quieres dedicarte al guion?

Ya me sentía atraído por los comics antes de saber leer, así que esa pasión ha estado ahí desde muy crío. Por entonces, mi abuelo me regalaba tebeos de series de animación como Ulises 31, Comando G o de películas como El Abismo negro, que todavía conservo. También cayeron en mis manos algunas grapas de Fórum del Spiderman de Romita Jr o Ross Andru, del Conan de Thomas y Buscema, de Los 4 Fantásticos o la Patrulla X de Byrne, la Masa de Bill Mantlo y Sal Buscema… Así que es imposible no enamorarse del medio cuando esas joyas caen en las manos de un crío de cinco o seis años.

No tenía acceso a mucho material. La entrada de tebeos en casa era algo excepcional y no podía leer colecciones completas. Tenía números sueltos y muchas veces con episodios americanos que estaban divididos en las grapas de Forum, por lo que tenía que imaginar los finales de esas historias. Algunas las estoy leyendo ahora por primera vez con los tomos de Panini.

Lo de escribir ha sido algo más progresivo. De pequeño, con mis primos Miguel y Javier Hernández, pasábamos mucho tiempo en casa de nuestros abuelos en verano, navidad o semana santa. Mientras nuestros padres trabajaban compartíamos muchas semanas con poco más que hacer que inventar historias y dibujar. Nos inventábamos un personaje cada uno y hacíamos dibujos o intentábamos copiar las viñetas que nos gustaban. No llegamos a terminar ninguna página, pero lo pasábamos bien.

Al final me di cuenta, de que a pesar de ser dos años más jóvenes que yo, Miguel y Javier tenían un talento innato para el dibujo que yo no poseía. Siempre he dibujado, todavía lo hago, pero sé que no tengo la destreza para dibujar un cómic. Así que me centré en escribir, pero tampoco lo contemplaba como una opción con la que pudiera ganarme la vida. Lo veía algo muy lejano. Al principio sólo leía cómic americano de Forum y Zinco. Y algún Super Humor o Mortadelos, pero lo que me gustaban eran los superhéroes. Así que era un imposible. De hecho, para un guionista español, entrar en DC o Marvel sigue siendo imposible. Creo que sólo Rafael Marín lo consiguió y no duró mucho.

Escribía relatos cortos, algo de poesía, letras de canciones y algún artículo para la revista del colegio… Y algún intento de guion que siempre se quedaba sin dibujar.

Cómo llegué a escribir de forma profesional está muy relacionado con la siguiente pregunta.

2: Háblanos de Raule. ¿Por qué lo consideras un “hermano mayor” dentro de la historieta?

No sólo dentro de la historieta. Lo considero mi hermano mayor con todo lo que ello comporta, no es sólo una expresión. Raule y yo somos de Bellvitge. Los bloques donde vivíamos estaban a 50 metros el uno del otro. Él es mayor que yo, pero nos conocíamos de los partidos que organizábamos en el descampado que nos pillaba más cerca de casa, de vernos en el colegio donde estudiamos la EGB y de los bares que frecuentaban nuestros padres.

Yo ya debía tener 11 o 12 años y había empezado a hacer algunas colecciones de forma más o menos regular. En aquella época me había dado por los Vengadores, otra vez con Buscema, y empecé a comprar la serie de Los Nuevos Vengadores, pero llegué tarde al quiosco y no conseguí el primer número. Hablando con otro amigo del barrio, me comentó que Raule a lo mejor lo tenía. Así que, ni corto ni perezoso, me fui una tarde a su casa a preguntarle por ese número 1 de Los Nuevos Vengadores. Imagino que debió flipar de que un crío como yo se presentara así en su casa, pero le debí caer bien y a partir de entonces empezamos a intercambiar comics, música, libros… Compartimos visitas a las tiendas de comics de Barcelona, Salones del Cómic, conciertos, locales de ensayo (aunque él lo de la música lo abandonó antes que yo) Me descubrió que no sólo había cómic de superhéroes y aluciné con autores nacionales como Fernando de Felipe, Federico del Barrio, Felipe Hernández Cava, Raúl, Pascual Ferry, Jaime Martín…

Raule fue a la JOSO, creo que un solo año, pero bastó para ampliar su círculo de amistades comiqueras, y ahí estaba yo para aprovecharme. También fue el que empezó a publicar fanzines y dar sus primeros pasos profesionales en Camaleón. Luego llegaría Jazz Maynard y el salto al mercado francés.

Hay otros muchos autores que han ayudado a que lleguemos a Francia y publiquemos allí con regularidad. Pero mi hermano mayor fue Raule, aunque también hubo muchos más compañeros en mis viajes a Angouleme: Alberto Madrigal, Miki Montlló, Oriol Hernández, Enrique Fernández, Roger, Homs, Jordi Lafebre, Zidrou. Hay que aclarar que tener un hermano mayor o un Padrino no es garantía de nada y ya has visto la lista de nombres. Ir apadrinado por esos amigos, siempre va a facilitar que tus proyectos lleguen al editor y que lo miren con más cariño, pero no firmarás un contrato si el proyecto no lo merece. Es más, aunque hayas publicado varias obras allí, con cada proyecto es como empezar de cero. Mantenerse no es fácil.

3: ¿Cuáles son tus principales referentes?

Al final he acabado leyendo de todo tipo de comics, hay que mantenerse abierto a cualquier cosa que te haga crecer como autor. Incluso acercándote a obras que a priori no estén dentro de lo que te gusta leer. Y fuera del cómic pasa igual, leer novelas o ver cine y series también te hace crecer como autor.

Hay guionistas o autores que me gustan mucho, pero la lista sería interminable y no todo lo que me gusta se verá reflejado en mis guiones. Me encanta Alan Moore, pero lo que hago no se parece a su trabajo. Tal vez soy más de Miller, sus Born Again y Batman año 1 junto a Mazzucchelli son de mis comics favoritos y me gustaría más acercarme a algo así.

The Killmasters

Por la forma de contar y por lo que cuentan, me gustaría que alguien dijera que mi trabajo tiene influencias de Jaime Martín, Gabi Beltrán, Taniguchi, los hermanos Hernández, sobre todo Jaime, Felipe Hernández Cava, Brubaker, Jorge García, David Lapham o Aroha Travé, una autora que me ha enamorado con su primera obra.

En literatura, dentro del género negro me gusta muchísimo Jim Thompson. En cuanto a cine, dos de mis películas favoritas son Alien y La Cosa. Y musicalmente, grupos como Monster Magnet, Afghan Whigs, Paradise Lost, Mad Season, Screaming Trees… también me han ayudado a escribir.

4: ¿Cómo definirías tu estilo?

No creo tener un estilo todavía. Creo que esa definición debería venir de alguien externo. Me cuesta hablar de mi trabajo. Además, cada cómic que he escrito es de un género diferente.

The Killmasters es un cómic de terror, Blechkoller se mueve dentro del género bélico, aunque también tiene algún toque de terror, GENPET es un tebeo de aventuras o Los Hijos de la Ira tira más hacía la ciencia ficción. Tal vez el punto en común lo podemos encontrar en Khalid, una novela gráfica relacionada con mi trabajo como educador social en un centro de justicia juvenil. Ese trabajo hace que en todas mis historias haya algún punto relacionado con lo social. Más o menos explícito, pero creo que siempre se puede encontrar alguna subtrama o personaje con algún problema relacionado con lo que vivo en mi trabajo como educador.

5: ¿Cuándo nace tu fructífera colaboración con Javier Hernández?

Como ya he dicho más arriba, Javier y yo somos primos. Así que esa colaboración está ahí desde siempre. Pero no ha sido fácil. Vi muy pronto su talento para el dibujo y sabía que podría dedicarse a esto desde muy joven. Pero el apasionado a los comics era yo. Javier y su hermano Miguel también leían, pero sobre todo cosas que les iba pasando yo. Me costó muchos años convencerlos para que dibujarán algunas páginas y fue Miguel el primero que lo hizo.

Eso animó a Javier y realizamos una historia corta de seis páginas. Una historia sobre submarinos en la segunda guerra mundial, cuyo protagonista era el chaval encargado de las comunicaciones del U-boot alemán.

Javier hizo unas páginas fantásticas y los autores, con los que nos juntábamos en Barcelona, nos animaron a montar un dossier que presentar a las editoriales. Y ahí nació Blechkoller. Las primeras páginas que dibujaba Javier y nuestro primer trabajo para el marcado francés. Pero como digo, con cada nuevo proyecto hay que empezar de cero. Además, 12bis, la editorial con la que lo publicamos en Francia, cerró. Así que después de Blechkoller tuvimos un parón en el que realizamos algunas historias cortas, hasta que hemos vuelto a Francia con The Killmasters. Ahora ya estamos con nuestro siguiente libro, también para la editorial francesa Ankama.

The Killmasters

6: ¿Qué destacarías de tu compañero? ¿Qué lo hace único dentro del universo del cómic?

Javier es una de esas personas que vive para dibujar. Aunque no hubiera acabado ninguna página hasta que hicimos Blechkoller, siempre ha dibujado. Cada día. Ha llenado centenares de folios y libretas con su arte. Por pasión y por pura diversión. Disfruta dibujando y eso se nota cuando hemos trabajado en un proyecto.

Además, tiene una capacidad asombrosa para retener cualquier detalle que ve. Ya de pequeño, si se proponía imitar el estilo de un dibujante, lo lograba sin aparente esfuerzo y sin tener delante ninguna referencia visual. De memoria. Algo que para mí resultaba imposible.

7: ¿Cómo nace Killmasters?

Cada tebeo nace de una forma diferente. En este caso, la primera chispa fue en un viaje por carretera. De un camión que teníamos delante empezó a salir en grandes cantidades algo que parecía barro o batido de chocolate. Aquello no parecía normal. Adelantamos al camión y seguimos nuestro camino, pero mi cabeza empezó a trabajar. ¿Y si, en lugar de barro, fuera sangre? ¿De dónde podría salir toda esa cantidad de líquido?

Al llegar a casa tomé algunos apuntes y se quedó ahí. Entonces Álex Ogalla me dijo que un dibujante, Juan Carlos Abraldes, buscaba guionista. Y pensé en recuperar esos apuntes. Al final, Juan Carlos se bajó del proyecto y pensé que era una historia ideal para Javier. En ese punto, continúe escribiendo el guion hasta el final.

Tenía un camión del que salía sangre. ¿Quién estaría tan loco para seguirlo y averiguar de dónde salía esa sangre? Un grupo de black metal. ¿Dónde y en qué momento podía transcurrir la acción para aumentar el nivel de conflicto? En Noruega, en plena época de quema de iglesias. ¿Dónde podría resultar más molesta la presencia de un grupo de black metaleros? En un entorno rural… Y hasta aquí puedo explicar.

8: Su primera edición es en Francia de la mano de la editorial Ankama. La pregunta del millón: ¿qué diferencia al mercado Francés del español (al margen de un mayor sueldo)?

Principalmente es un tema de tirada y remuneración por el trabajo. Pero también por la cultura que tienen allí en torno al cómic y el respeto por nuestro trabajo. Las ventas también están bajando en Francia. Hay unos pocos títulos que venden mucho. Muchísimo. Pero otros no venden ni para cubrir gastos. Los editores lo saben, pero siguen apostando por algunos proyectos pagando por encima del porcentaje que correspondería por tirada. Imagino que esperando que alguno de esos proyectos sea el pelotazo que salve el año.

Están bajando precios, pero siguen estando a años luz de lo que se paga en España. Como digo, allí saben que es una inversión. Tener producción propia que poder exportar a otros mercados o dar el salto al cine y la televisión, algo cada vez más frecuente. En España te publican, pero a riesgo cero. Un álbum supone entre 9 meses y un año de trabajo, con lo que pagan, no cubres ni el sueldo de un mes.

Si fuera autor completo, es algo que me podría plantear. Publicar un proyecto propio y esperar que las ventas funcionen bien, venderlo a Francia o EEUU para amortizar el tiempo invertido. Como guionista, no me veo con corazón de pedirle a un dibujante que invierta un año de su vida haciendo un cómic prácticamente gratis.

9: ¿Pequeño homenaje a tus años como batería en grupos como Los perros de Pavlov o Salinger? ¿Qué es para ti la música? ¿Querías que esta obra poseyera la potencia de una buena pieza de rock?

Veo que has hecho un trabajo de investigación muy exhaustivo. La música forma parte de mi vida, casi al mismo nivel que los comics. Seguramente, The killmasters no será el único cómic que escriba en el que la música tenga un papel importante.

Es algo que me apasiona, pero empecé muy tarde a tocar. En casa no estaba bien visto y nunca tuve facilidades en ese sentido. Mi primer equipo de música lo compré con mi primer sueldo con 17 años. Luego llegó una guitarra eléctrica y más tarde la batería. Aprendí de forma autodidacta y ahora me arrepiento de no haber invertido más horas a darle a las baquetas o a las seis cuerdas. Cuando empecé a publicar de forma profesional, que fue al mismo tiempo que nació mi hijo, y obligado un poco por como estaban las cosas con los amigos con los que tocaba, más motivados con otros proyectos musicales, tomé la decisión de dejar el local de ensayo y aparcar la batería.

Sigo disfrutando con la música como aficionado al rock y he recuperado la guitarra. Pero es algo que echo de menos. El poder tocar con más gente. La energía que se crea en un local de ensayo o sobre un escenario no se parece a nada más.

Y sí, me gusta la potencia de un buen tema de rock. Espero haber transmitido algo de eso en The Killmasters. También en el proyecto que estoy preparando junto a Rodrigo Vázquez hay mucho rock&roll. Está claramente influenciado en el universo sonoro de Monster Magnet.

The Killmasters

10: La ambientación claustrofóbica de la obra está muy bien lograda. El pueblo apartado en las montañas es el círculo dantesco y cerrado del que no pueden escapar los personajes. Me recuerda, salvando las distancias, a Cayo Largo de John Huston o Perros de paja de Sam Peckinpah. ¿Cómo consigues dotar a Killmasters de esa intensidad narrativa?

Gracias por verlo de ese modo. Me gustan las historias donde la tensión va aumentando a medida que avanzan. Así que intento seguir una estructura donde los personajes no puedan relajarse demasiado y los peligros a los que se enfrentan son cada vez mayores.

Es uno de los retos que me planteo a la hora de escribir. Mi intención es que el dibujante no se aburra y tenga material con el que pasarlo bien dibujando. Si llega cansado al final del álbum, quiero que encuentre alicientes en la historia con los que divertirse y mantenerse motivado. Si los autores lo hemos pasado bien haciendo nuestra parte del trabajo, espero que el lector lo note y disfrute de la lectura.

11: Hay una clara mezcolanza de géneros: terror, road movie, crítica social… ¿Crees que la historieta del siglo XXI se nutre de la disparidad de elementos heterogéneos?

Está todo inventando, así que para hacer algo que resulte original, creo que uno de los caminos es coger referencias de aquí y de allá y mezclarlo todo para que el resultado sea algo nuevo o diferente a otras historias que se hayan contado antes.

Justo estos días he leído Outer Darkness de John Layman y Afu Chan y hacen justamente eso. Mezclan una ciencia ficción más clásica de viajes espaciales, con todo tipo de artes místicas, posesiones, demonios, exorcistas… Y ha sido toda una sorpresa, han logrado un tebeo muy entretenido y no es fácil. Hay que saber hacer esa mezcla. Como en la cocina, un buen plano requiere amor, no vale mezclar los ingredientes de cualquier manera.

12: En esta obra, destacan tus personajes femeninos. Unos, en especial Ada, poseen una personalidad arrolladora. Otros, las víctimas, poseen un papel pasivo. ¿Qué pretendes reflejar con esta dicotomía?

Aquí entramos en un terreno muy personal. Bueno, todo lo que escribimos es personal de un modo u otro. Digamos que el ejemplo de masculinidad que tuve en casa no fue el mejor. Tenía dos caminos, seguir ese ejemplo o alejarme de él. Opté por la segunda opción, pero necesitaba a mi lado a una mujer fuerte. Así que Ada es un reflejo del tipo de mujer que me gusta y que he escogido para que me acompañe en la vida. Con carácter y que me mantenga en el buen camino.

A veces, si solo tenemos un modelo, es fácil repetir sus esquemas. En The killmasters vemos diferentes tipos de mujer. La vida te lo puede poner más o menos difícil, pero al final siempre hay decisiones que dependen sólo de nosotros mismos. Podemos mantenernos en papeles pasivos o actuar para mejorar nuestras circunstancias vitales. Creo que el mensaje en el cómic está claro.

13: ¿Cuál es tu secreto para lograr unos diálogos tan precisos con la trama y tan reveladores de la personalidad de los personajes?

Trabajo y cientos de revisiones. Lo más duro es que, aunque los revises hasta la extenuación, siempre hay algo que mejorar. Sé que a los dibujantes les pasa igual con las páginas, así que es importante saber parar a tiempo antes de volverse loco o podríamos estar escribiendo el mismo guion o dibujando las mismas páginas toda la vida.

14: ¿De qué secuencia te sientes más satisfecho?

Creo que todo el enfrentamiento con el cazador en la furgoneta o cuando llegan al pueblo es de mi parte favorita en cuanto a guion. Aunque hay páginas que me gustan más gracias al arte de Javier.

15: En un futuro inmediato, ¿preparas alguna obra más con Javier Hernández?

Con Javier estamos ya embarcados en un nuevo one-shot para Ankama. Dejamos de lado el terror y nos metemos en una historia más social. Transcurre en Barcelona y los protagonistas son jóvenes que se mueven al filo de la marginalidad, con un pasado que les ha dejado cicatrices con las que tienen que convivir. El título en francés es Marqués (Marcados) y Javier está dibujando sus mejores páginas.

Si todo va según lo previsto, se publicará durante el primer trimestre del año que viene en Francia. En castellano es pronto para decirlo, pero seguramente Norma seguirá siendo nuestra casa después de que hayan publicado ya Blechkoller y The Killmasters.

The Killmasters

16: ¿Por qué este giro hacia un componente más social?

En el momento de escribir el guion es lo que me pedía el cuerpo. En realidad, la historia nació antes que The Killmasters. Javier y yo llegamos a preparar un dossier del proyecto, pero lo movimos poco. Javier forzó el estilo para hacer algo un poco más realista y vio rápido que no estaba cómodo. Así que lo guardamos en un cajón.

Una de las editoras que lo llegó a ver fue la que firmó GENPET para Ankama. A ella le gustaba el proyecto, pero la persona que estaba por encima suyo en la editorial no lo quiso. Al acabar The Killmasters, Marcados apareció en una conversación y nos preguntó si lo queríamos retomar. Así que aquí estamos de nuevo. Al principio iban a ser dos tomos, de los que el primero ya estaba escrito. Al final será un solo tomo con más páginas.

Javier cambió el estilo de dibujo que había utilizado en el primer dossier. Ahora se acerca más a su forma natural de trabajar. Ya hace tiempo que logró trasladar la frescura de sus dibujos en las libretas a las páginas y sigue por ese camino. Algo que le da dinamismo y una soltura a su dibujo que permite moverse a los personajes de manera muy expresiva, ajustándose de maravilla a lo que estamos contando.

17: ¿Esta historia parte también de una vivencia personal?

Sí. La historia nace de las conversaciones con varios de los chicos en el centro de justicia en el que trabajo. Cuando hablas con ellos, descubres que antes de haber cometido delitos, también han sido víctimas. Vienen de familias desestructuradas, de barrios marginales y con historias de vida muy dramáticas. Si contará algunas de sus historias, la gente pensaría que son inventadas por el nivel de sufrimiento que han padecido algunos de esos chicos y chicas.

18: ¿Tienes más proyectos en mente?

Además de Marcados y Perdidos en el Futuro, una serie que estoy escribiendo para Dupuis y con la que vuelvo a colaborar con Àlex Fuentes, estoy empezando a mover un nuevo proyecto de ciencia ficción con Rodrigo Vázquez. También he escrito otra historia para Nico Naranjo, con el que ya he trabajado en Hijos de la Ira (dos álbumes que se publicaron en Francia con Ankama y que llegarán aquí con Nuevo Nueve en unos meses) y estoy trabajando en otro guion para mi primera colaboración con Esteban Hernández.

Siempre hay más historias en diferentes fases de desarrollo, pero que de momento guardo para mí. Con lo que tengo en marcha ya es suficiente. Hay que dedicarle mucho tiempo a cada proyecto para que quede lo mejor posible y cuidar a los dibujantes con los que ya trabajas.

No es fácil dar con artistas con los que entenderse en lo laboral y en lo personal y yo he sido muy afortunado, así que quiero conservar ese buen ambiente y escribir para ellos los mejores guiones posibles.

Una entrevista de Javier Mora.